lunes, 31 de mayo de 2010

Las primeras impresiones desde Suráfrica.

Antes que nada quiero comentar que he decidido utilizar Suráfrica en lugar de Sudáfrica, simplemente porque el segundo sustantivo tiene un fuerte tufo a anglicismo que bien se puede evitar. En fin, espero sus comentarios al respecto.

Finalmente llegué a Suráfrica (SA). Un día y medio después de mi salida del aeropuerto de la ciudad de México arribé al de Johannesburgo, vía Paris que desafortunadamente no pude visitar. Largo viaje, aunque de cierta manera, si uno se pone a pensar qué tan lejos se podía llegar, tan sólo cien años atrás, después de viajar un día y medio… bueno, talvez ahora andaría por Puebla. Y no; estoy en la lejana ciudad (no capital) de Johannesburgo, a 14’500 km. de distancia de la ciudad de México. Menciono que Jo’burg (como algunos le dicen a esta ciudad) no es capital de SA, ya que es fácil pensarlo así.

De hecho, hay tres capitales: Pretoria, Ciudad del Cabo y Bloemfontein. La primera, residencia del poder ejecutivo y, de facto, capital de la República. La segunda, sede del poder legislativo y la tercera, but of course, del judicial. Johannesburgo, no obstante, es la sede del poder más importante: la del capital financiero e industrial. Aquí residen los poderes de facto, incluyendo los medios de comunicación, la casa de bolsa, los cuarteles de las grandes corporaciones (como las de la cervecera Miller) y de las grandes universidades (Witswatersrand y la de SA).

La llegada al aeropuerto internacional “O. R. Tambo” anuncia la inminente inauguración del mundial. Su propia remodelación y ampliación da cuenta de ello. Grandes espectaculares (patrocinados por el capital corporativo, revestido de altruista, especialmente de Coca-Cola) dan la bienvenida a SA en varios idiomas, incluyendo el castellano. El uso abigarrado de colores es el sino publicitario de la casa, tal cual como la bandera del país anfitrión: verde, blanco, rojo, azul, negro y amarillo. ¿Símbolo del multiculturalismo surafricano? Probablemente.

Una vez que fui recibido por mi cordial anfitrión, el Jefe de Departamento de Antropología de la Universidad de Witswatersrand (segunda en importancia del país), Dr. Shahid Vawda, salimos del aeropuerto y finalmente me encontré con la gran ciudad. Casi de inmediato, comenzaron las sugerencias: “No vayas por aquí, no vayas por acá…”. Digamos que me sentí un poco como se deben de sentir los visitantes que pasan por la ciudad de México: sobreadvertidos y en permanente alerta.

Johannesburgo es una ciudad automotorizada. Sé que en primera instancia esto no cuadra con el perfil idealizado y exótico que muchos mexicanos nos hacemos de cualquier parte de África. Sin embargo, amplias y grandes vías al estilo gringo cruzan la ciudad, atestadas por cientos de miles de automóviles. Prácticamente es imposible ver autobuses por las calles y mucho menos una bicicleta. Tampoco, por lo menos por los lugares en que he transitado, es posible observar transeúntes en grandes cantidades. Existe una especie de combis de transporte colectivo muy parecidas a las que se utilizan en México, pero no es fácil ubicarlas y éstas no cuentan con números de ruta ni letreros que indiquen con claridad de dónde vienen y a dónde van. Y nuevamente, las advertencias sobre el uso de estos llamados “taxis” me llueven por doquier: “No son seguros y menos para los extranjeros”, me dice una profesora de Wits, la universidad. “Aquí casi todo se mueve por automóvil particular. Te va a ser difícil moverte por la ciudad. Es muy complicado Johannesburgo en cuanto a transporte. Además es peligroso, incluso para los automovilistas, principalmente las mujeres. Acá debes viajar con el bolso oculto en auto, ya que en cualquier momento te rompen el cristal y te asaltan. Los taxis, bueno, yo no los uso y no sé cómo moverme en ellos, pero no son muy recomendables. Toma mi número de celular y cómprate uno; es indispensable que cargues uno. Es por tu seguridad”, remata la misma profesora.

Por otro lado, la ciudad está infestada de banderas de los países participantes de la copa. Cientos de automóviles llevan banderines surafricanos en sus ventanillas o espejos retrovisores, recordando la inminencia del evento.

Al final del día, después de conocer el campus de la Universidad y realizar compras de supermercado, me presentan a Kendall, un pequeño hombre negro de rastas y estudiante de antropología. Él será mi guía en los próximos días. Me tranquiliza y dice: “No es cierto. La ciudad no es así. Hay crimen, sí, lo hay. Igual que todos lados ¿no es cierto? Pero no es así, Johannesburgo es amable. Ya lo conocerás”, me dice.

7 comentarios:

  1. Es muy interesante ver cómo, igual que en México, cada uno de los residentes tiene algo que decir sobre su país. Seguramente nos seguiremos encontrando con más visiones a lo largo de tu estancia por aquellas latitudes. No olvidemos también que hay que tomar en cuanta de quien vienen éstos comentarios pues, al igual que acá, las diferentes clases sociales viven de manera diferente los fenómenos sociales de éste tipo.

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  2. Querido Sergio es un gusto leer y trasladarse a tu realidad. Además de disfrutar al máximo no olvides relatarnos es cultura africana, la música y la risa aunada a la pobreza y discriminación que se sigue viviendo.
    Felicidades y gracias!
    saludos

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  3. Hola Sergio, saludos desde Aguascalientes, me parece muy interesante esta primera entrega desde Suráfrica y ciertamente espero las que vienen.
    Se que tienes tus propias preguntas por hacer allá, pero aprovechando que ya estás hasta aquel lado del mundo, igual te las planteo.
    ¿Qué es México por allá? ¿Existe en términos de los Surafricanos? ¿Cómo se lo imaginan en caso de que lo hagan? ¿Seguimos siendo el sombrero y la pistola? ¿o ni siquiera eso?

    saludos y seguiremos leyendo con avidez las siguientes anécdotas.

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  4. jejejejej de pronto me hiciste recordar una anecdota que me paso en la ciudad de mexico, le pregunte a un maletero donde podría encontrar un OXXO, ya sabes de estas tiendas de esquina pero con una vision globalizada, en fin el maletero me confundio con extranjero y me dijo, "pos mire hay una de esas tiendas como a 9 cuadras pero yo que usted mejor me esperaba aqui hasta que salga el sol", era las 6:00 a. m. En fin muchas felicidades y ten por seguro que seguiré con atención tus comentarios, por cierto se vale preguntar??? un abrazo

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  5. Qué onda carnal, qué chida tu chamba la neta. Yo creo que vivir en México tienes sus ventajas. Lo que te está pasando a mi me pasó en Colombia. La gente de clase media, principalmente instalada en labores académicas me hacía sentir en el Inframundo: que si esa colonia es de criminales, que no viajes por carretera por la guerrilla, que casi en cualquier calle caen bombas, que afuera de los estadios de futbol se matan entre aficionados. Pero cuando te juntas con gente de a pie, literalmente te llevan por donde suceden los significados colectivos. visité la colonia prohibida, fui hasta Caretagena y de regreso a Bogotá en camión, anduve a pata en las ciudades que visité, asistí al Campín en un clásico bogotano Santa Fe vs Millonarios y lejos de vivir el caos advertido, pude reconocerme entre los colombianos de a pie. Si hay violencia. No se si más que acá... Disfruta y sacale provecho académico a tu aventura, vale mucho la pena. Y acuerdate de la banda cuando por las calles surafricanas escuches a los aficionados clamar: ¡Tecla Varela!

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  6. Qué bien que andes ya por tierras suráfricanas!!! Disfruta mucho tu estancia, conoce diferentes visiones del país, pues aunque parezca que estamos compartiendo un mismo espacio y tiempo, cada quién lo significa e interpreta de diferente manera, empápate de la gente, es lo mejor que podemos hacer. Oye, por cierto cuando dijiste qué eras mexicano qué te comentaron acerca del partido inagural??? Saludos y buena vibra!!!!!

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  7. Pareciera que cada quien habla desde su propia posición, igual que en México, los fregados no creemos que sea tan inseguro, pero un pirruro de santa fe ni se atreve a andar por tepito!

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