sábado, 5 de junio de 2010

En Soweto, en 1976 rechazaron la idea de ser educados en la lengua del opresor.

Soweto, como les decía en la entrega anterior, es el más grande de los llamados townships surafricanos. Cerca de un millón de habitantes. Por la carretera que corre desde el centro de Johannesburgo y conecta con Soweto es posible observar muchas de las casas que le dan forma a este especial lugar de Jo’burg.
Esta zona, me comentan en la Universidad de Wits, es terra incognita para muchos jo’burgueses. En uno de los comentarios que amable e inteligentemente han hecho en este blog, me piden que hable del miedo como dispositivo de control. Bueno, el apartheid construyó un aparato de control (que todavía se percibe en la etapa “democrática”) basado, en buena medida, sobre el miedo. Sus efectos son palpables: los townships eminentemente negros en SA, fueron objetivaciones contundentes del control y de la segregación impuesta por la población blanca sobre el otro (en este caso de la población negra), a través de la creación de una imagen atemorizante y peligrosa de estos últimos. Aunque debo decir que el apartheid no se reduce a este fenómeno. En fin, este miedo impuesto a muchos surafricanos se ve reflejado con claridad en el hecho de que Soweto sigue siendo comprendido e idealizado, en buena medida, como el lugar de los peligros urbanos por excelencia. Esto me recuerda (y perdonen si de repente abuso de estas comparaciones, pero ¿de qué otra manera se puede traducir esto a nuestra cultura?) las idealizaciones temerosas que muchos espacios de las grandes ciudades latinoamericanas generan: ahí tenemos algunas colonias de Iztapalapa, en la ciudad de México, por citar sólo un ejemplo, las cuales desbordan las fantasías y los miedos de los (esos sí) enclaustrados clasemedieros chilangos.

Pero Soweto me atrapa. Habré de regresar varias veces a este lugar durante mi estancia. A diferencia de Greenside, suburbio “chic” en el que me hospedo, Soweto es un espacio de enorme vitalidad humana. Las calles están habitadas tanto como las casas. De hecho, puedo decir que aquí sí me sentí como un extraño. Son precisamente estos efectos paradójicos del racismo. Un “blanco” caminando por Soweto… bueno. Las miradas se resbalan sobre mí; ninguna agresivamente pero todas con cierta intriga. No es que los turistas no vengan por acá. No, el hecho es que no caminan mucho por acá. Y (¿será?) lo más sorprendente: los blancos nativos no vienen por estos rumbos, o por lo menos no vi ninguno.

Kendall me sigue guiando. Dice que Soweto es un lugar para caminarse y por lo tanto, simplemente seguimos haciéndolo, sin rumbo fijo. Llegamos a una intersección callejera. De un lado, un paradero de micros. Como ya les comenté, no hay señal alguna que indique el lugar de destino de estos; todo es por medio de un sistema de señales manuales que yo a penas empiezo a entender. Kendall me dice: “Bueno aquí la señal más importante es el dedo índice apuntando hacia arriba”, y me enseña cómo hacerlo. “Esto significa Johannesburgo. Las demás señales son para otras partes, pero no me las sé todas y menos las de aquí”, remata. Al menos ya sé cómo llegar al centro de Jo’Burg.

Del otro lado de la calle, un pequeño mercado. También me han pedido en los comentarios al blog que escriba al respecto. Bueno, este mercadito callejero vende algunas frutas y vegetales que no difieren mucho de las de allá. Hay que recordar que los surafricanos también fueron colonizados por los europeos, por lo que pensar que toda la comida es exótica y extraña es incorrecto. No soy un experto, pero las papas y las coles que ahí se venden son muy parecidas a las de cualquier sobreruedas (mercado ambulante) de la ciudad de México.

Tal vez, algo que puede ser muy llamativo de este pequeño mercado, especialmente a los estudiosos (que abundan, por cierto) del fenómeno migratorio, es que intuí que los puestos de baratijas eléctricas (pilas, cargadores para celulares, etc.) debían ser atendidos por extranjeros. Kendall me confirmó la sospecha. “Sí son de otros países africanos: Mozambique, Zimbabwe; Congo, incluso”, me dice. Ellos fueron el principal objetivo de los ataques xenofóbicos en mayo de 2008. Acusados de quitar empleos, utilizar casas y cometer crímenes, los extranjeros (negros) en Sur África (SA) fueron literalmente acribillados, en lo que se conoció como los polgroms de 2008. Sesenta y dos extranjeros indocumentados fueron asesinados en una escalada de violencia por todo el país. ¿Efectos perturbadores del apartheid o simples rebotes de la precariedad económica mundial?

Y la paradoja más sensible de todo esto es que a unas cuantas cuadras de ahí se encuentra el Museo “Hector Pieterson”. Memorial que abiertamente hace pensar en el inaugurado en Tlatelolco, por el terrible desenlace del 68 mexicano. Digamos que el concepto (para quienes conocen el que se ubica allá en el edificio que albergaba la SRE en la Plaza de las Tres Culturas) es formalmente el mismo: fotografías, cédulas informativas y videos testimoniales repitiéndose incesantemente en pantallas dispuestas ex profeso, aderezadas con material “original” de aquellos días de revuelta y elaboraciones artísticas ad hoc.

El Museo “Hector Pieterson” es un monumento museográfico que rememora y da cuenta de las protestas estudiantiles de 1976 en SA, iniciadas formalmente en Soweto y que dan pauta a movilizaciones sociales más amplias y son consideradas como fundamentales en la lucha contemporánea antiapartheid. Para 1974, el régimen supremacista blanco acepta la propuesta de los afrikaners (descendientes directos de los holandeses, extremadamente chovinistas, racistas y antibritánicos, entre otras linduras) de que la educación pública en los barrios negros fuese 50-50 % en inglés y afrikaan (lenguaje de los afrikaners), respectivamente. El falaz argumento se puede sintetizar así: si los afrikaners pagaban impuestos como los descendientes anglófonos y estos impuestos financiaban la educación de los negros ¿por qué sólo la educación pública se ofrecía en inglés? Movieron su poder político para que su lengua fuese tan colonial como la inglesa.

La propuesta es aprobada y se convierte en ley. La respuesta en los guetos negros es contundente: no aceptarán la imposición de recibir educación en esa lengua. Los estudiantes se organizan y el 16 de junio de 1976 marchan valiente y pacíficamente, a pesar de la prohibición y las amenazas en su contra. Muchos de ellos son niños de primarias y secundarias, todos pobres, todos negros. Los supremacistas blancos responden con fuego. Hector Pieterson, un niño de sólo 13 años cae abatido por las balas de la policías defensora del apartheid. Su muerte se convierte en símbolo de la lucha ya que momentos después del impacto de bala, su hermana y un joven amigo levantan el cuerpo. La imagen es captada e inmortalizada por la cámara de Sam Mzima y dará la vuelta al mundo. La foto será uno de los grandes símbolos de la liberación negra en África e icono mundial del movimiento antiapartheid.

Afuera del museo, como en cualquier buen paseo turístico, artesanías “tradicionales” surafricanas. Los precios son moderados. No compro nada. Kendall y yo estamos hambrientos, así que nos lanzamos a la búsqueda de un lugar dónde saciarla. Después de un par de cuadras, finalmente decidimos probar en un puesto callejero. Venden pollo o carne de res marinada en una buena salsa y frita en un sartén eléctrico. Dos hombres atienden el puesto. Muy amables. Se sorprenden de mi presencia. “Soy mexicano”, les digo en mi chilango inglés. “Guau, qué bien que vienes por acá”, me dice uno de ellos. “Te va a gustar esta comida”, asegura. No está mal. De hecho está bastante bien. Es extraño, pero junto al pollo y un poco de puré de papa me sirven una salsa idéntica al “pico de gallo” mexicano, con todo y su chile verde. Me siento como en casa. Un poco de charla y de broma en relación al partido entre Bafana, Bafana y el (ahora, después del triunfo sobre Italia, poderosísimo) Tri. Que si México gana, que si SA gana y bla, bla, bla. Me dicen que se sienten un poco consternados de que el gobierno diga que Soweto no es una zona turística y que es muy peligros. Ellos, al igual que yo, piensan que Soweto es un lugar muy vivo y que debería ser valorado como tal.

Es tarde y el sol está por ponerse. Kendall y yo tenemos que regresar, así que nos despedimos de nuestros temporales y amables anfitriones. Pagamos la cuenta y de nuevo al complicado mundo del transporte público surafricano. Tomamos un micro, haciendo la señal indicada hacia el centro de Jo’burg. Pagamos el pasaje (en otra entrega relataré los pormenores de esta sencilla, pero ilustrativa práctica de la vida cotidiana en la ciudad) y a los pocos minutos comienza una discusión entre el chofer y algunos pasajeros. El intercambio verbal, en zulu, es fuerte pero nunca al punto de la agresión física. Yo no entiendo nada, pero intuyo que el problema es el dinero. Parece que a dos pasajeros les falta dienro de cambio. El chofer y unos cuatro pasajeros discuten y ríen nerviosamente durante veinte minutos. Los otros pasajeros sólo sonríen y menean sus cabezas, como aprobando uno u otro argumento. No llegana ningún acuerdo y al final, todos descendemos en la central de micros. Es hora de tomar el último micro del día. Yo me despido de Kendall y abordo un micro más, el primero que tomo por mi cuenta.

8 comentarios:

  1. Sergio: Que chido diario de campo. Oye que rollo se ve mucho turista por allá, cómo vive la gente al rededor de los Estadios. Que vestigios de Rugby has encontrado. Que pasa con la musica y en especial el Rock Sudafricano. Qué rollo con Peter jackson y donde filmaron distric 9. Un abrazo y chingón tu proyecto.

    Mario, de Leon, Gto.

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  2. Magnífica entrega Sergio... me has hecho ir en busqueda de otros elementos para completar tu mirada.

    Un abrazo.

    Sugerencia... porque no abres una página en el faces para enlazar el blog, son demasiado buenas las entregas... Los que amamos el deporte te lo agradeceremos.


    CIRIA SALAZAR - U DE COLIMA

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  3. Magnífica entrega Sergio... me has hecho ir en busqueda de otros elementos para completar tu mirada.

    Un abrazo.

    Sugerencia... porque no abres una página en el faces para enlazar el blog, son demasiado buenas las entregas... Los que amamos el deporte te lo agradeceremos.

    CIRIA SALAZAR- UNIVERSIDAD DE COLIMA

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  4. Sergio : una conseja popular decía que para conocer un pueblo había que conocer su iglesia, su billar y su cantina. Estoy cierto, por las entregas anteriores, que Ibargüengoitia pudo firmar lo que escribes. La agudeza para señalar un Soweto en Iztapalapa, en el cantil o en la colonia renacimiento de Acapulco le da a tu trabajo un alnce amplio.

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  5. Hola, es un gusto leer las crónicas que envías, gracias por hacerme partícipe, hasta este fin de semana tuve oportunidad de ingresar y enviarte comentarios (en cada uno estos espacios, ojalá tengas oportunidad de leerlos) Me parecen interesantes la comparaciones que haces, se pone de relieve la relatividad de los conceptos bueno-malo, adecuado-inadecuado, el testimonio de los nativos de Soweto, me lleva a pensar en los planteamientos de Merino acerca de la inadapatación social y sus consideraciones de la misma como un proceso deficitario entre un entorno social y los individuos.
    Tu viaje en combi, el tiempo que dedicas al traslado, las peripecias que se suscitan en el mismo, te recomiendo revisar con Norbert Elias acerca de los procesos civilizatorios, las reflexiones que hace respecto al concepto de tiempo.
    bueno un cordial saludo desde la calurosa ciudad de Zapopan.
    Hilde

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  6. Sergio que bien escribes!!, (no son flores... jaja esto es mucho mejor que todo lo que sale en revistas y periódicos sobre el mundial acá por tierras "aztecas") nos trasladas mediante tus palabras y experiencias a tierras suráfricanas, es muy bueno que a la par de tu cotidianidad nos vayas contando la historia, costumbres, características de este país. Son muy pertinentes los temas que has puesto sobre la mesa, también me han surgido otras dudas, un poco más fútboleras. Te las pongo a continuación:
    *Ya que has estado o visitado localidades algo diferentes (lugar donde te hospedas y lugar del "baño de pueblo") ¿cómo has visto que perciben ellos, esto del mundial; los incluye, excluye, les interesa o no, les trae oportunidades? Digo, porque ahora su país está en el ojo del mundo; quiero saber cómo ha cambiado (o no) esto del mundial sus cotidianidades.
    *¿Qué opinión les merece a tus colegas de la universidad en donde te encuentras el tema del fútbol (con eso de que es un tema marginal) no sólo como espectáculo sino como fenómeno social que trae consigo más cosas?
    *¿En tierras suráfricanas el fútbol es un espacio sólo para hombres o también están involucradas las mujeres? Bueno aquí esta pregunta esta relaciona con el papel de la mujer en esa cultura.
    Ya por último, no tengo idea de cómo sea en los mundiales pero ¿cómo está la cuestión de la afición? digo ¿se nota un ambiente tenso (nacionalismos exacerbados), se habla de ultras o en estos eventos la afición es más mesurada?
    Disculpa si es demasiado fútbol en mis preguntas, sé que en otros fenómenos se pueden percibir más cosas, pero es un poco mi fiebre fútbolera.
    Saludos!!!
    Atte. Mary Cruz

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  7. Hello hello sergiño!

    Pues como siempre felicitaciones y con más preguntas y reflexiones al asador:

    1. Llegaste sin problemas después de tomar la pesera tú sólo? Ya que por lo visto, ni los mismos choferes saben dónde parar.

    2. Desde mi perspectiva, están super bien las comparaciones... Pero no se qué tanto te puedan servir para mirar la realidad tal cómo es... A veces las comparaciones, nos hacen esperar más o menos de algo, o en su defecto no las podemos mirar lo más real posible

    3. Gracias por introducirnos más en el tema del miedo... Qué beneficios o dificultades, trae la señal del pulgar? De piel eres más claro, pero no blanco blanco, esto te ayudará? Te ayudará más la imagen de mexicano? Tendrá que ver con el partido la aceptación o...?

    4. Podrías describir más las acciones? Por enojarse, el intercambio verbal es fuerte pero nunca a la agresión? para ti, pero para ellos?

    Por cierto te llevaste pepto bismol..?

    Tania

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  8. Sergio, muy buen diario, gracias por la descripción minuciosa que realizas pues permites que la imaginación nos lleve a tu lado..

    sólo una sugerencia, a veces las similitudes son una ventaja pero no olvides que las diferencias también... la otredad te permite un ángulo y no de comparación sino de comprensión

    un beso

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